miércoles, 28 de septiembre de 2011

CRÍTICA DE "NO HABRÁ PAZ PARA LOS MALVADOS"

Si la semana pasada os dejamos la crítica de “La cara oculta”, comentando que había debutado exitosamente, entrando al tercer puesto del ranking de taquilla con más 700.000 € recaudados; esta semana, el estreno de “No habrá paz para los malvados”, tercera colaboración entre Enrique Urbizu y José Coronado, no podía ser menos, y ha entrado al segundo puesto de dicha lista, alcanzado casi los 800.000 € en su primer fin de semana, con una cifra cercana a los 4.000 € recaudados por cada una de las pantallas en las que se ha exhibido. Buenos datos para nuestro cine, al que le espera un Otoño agitado.


"No habrá paz para los malvados" llegaba a la cartelera avalado por las buenas críticas que recibió durante el Festival de San Sebastián, de donde, finalmente, se volvió de vacío en cuanto a premios se refiere. Su, a mi parecer, desacertado título (demasiado largo, demasiado filosófico), se veía contrarrestado por un inquietante y atractivo trailer, por lo que ayer, antes de entrar a la sala, mis ganas de verla eran bastante grandes. Sensación contraria a la que tuve al salir. Decepción.

Si, es cierto que esta película del bilbaíno Enrique Urbizu tiene un comienzo espectacular. Los primeros 15 minutos son trepidantes. Eléctricos. Intensos. Pero desde ese momento, desde esa riña en un prostíbulo en el que el protagonista, un policía (Santos Trinidad) hundido en su propio infierno, borracho y solitario, se ve involucrado en un triple asesinato en el que escapa un testigo, la película empieza a venirse abajo. La historia de la búsqueda de dicho testigo se complica, mezclándose la investigación policial, con un asunto de tráfico de drogas e incluso, con una trama de terrorismo islámico. Enrique Urbizu, siempre con buena intención, infla demasiado la película, tratando de mantener al espectador en vilo con esta triple vía, pero no lo consigue. Más bien al contrario, cuanto más complica la historia, menos creíble y más mediocre resulta la trama. A ratos, a pesar de algún chispazo puntual, la película es lenta, tirando a adormecedora. Y de esta forma, una película que en principio, aparentaba ser notable, se convierta, simplemente, en interesante.

Todo ello a pesar de una muy buena ambientación en los suburbios de Madrid, jugando a la perfección con la música y la fotografía, y un reparto bien seleccionado (a destacar la revelación del film, Helena Miquel, cantante del grupo "Delafe y las flores azúles"). Y sobre todo, a pesar del gran hacer de José Coronado, en la que es, seguramente, su mejor interpretación. Lleva todo el peso del film, en una actuación repleta de talento y sin fisuras ante tal infame personaje, que le sitúa en la carrera por el que podría ser el primer Premio Goya de su carrera (ha optado dos veces a él como Mejor Actor de Reparto por “La caja 507”, también dirigida por Urbizu, y “Goya en Burdeos”). Sería merecido.

Mi valoración: 6,5

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