Si la semana pasada os dejamos la
crítica de “La cara oculta”, comentando que había debutado
exitosamente, entrando al tercer puesto del ranking de taquilla con
más 700.000 € recaudados; esta semana, el estreno de “No habrá
paz para los malvados”, tercera colaboración entre Enrique Urbizu y José Coronado, no podía ser menos, y ha entrado al
segundo puesto de dicha lista, alcanzado casi los 800.000 € en su
primer fin de semana, con una cifra cercana a los 4.000 €
recaudados por cada una de las pantallas en las que se ha exhibido. Buenos datos para nuestro cine, al que le espera un Otoño agitado.
"No habrá paz para los malvados" llegaba a la cartelera avalado por las
buenas críticas que recibió durante el Festival de San Sebastián,
de donde, finalmente, se volvió de vacío en cuanto a premios se
refiere. Su, a mi parecer, desacertado título (demasiado largo,
demasiado filosófico), se veía contrarrestado por un inquietante y
atractivo trailer, por lo que ayer, antes de entrar a la sala, mis
ganas de verla eran bastante grandes. Sensación contraria a la que
tuve al salir. Decepción.
Si, es cierto que esta película del
bilbaíno Enrique Urbizu tiene un comienzo espectacular. Los primeros
15 minutos son trepidantes. Eléctricos. Intensos. Pero desde ese
momento, desde esa riña en un prostíbulo en el que el protagonista,
un policía (Santos Trinidad) hundido en su propio infierno, borracho
y solitario, se ve involucrado en un triple asesinato en el que
escapa un testigo, la película empieza a venirse abajo. La historia
de la búsqueda de dicho testigo se complica, mezclándose la
investigación policial, con un asunto de tráfico de drogas e
incluso, con una trama de terrorismo islámico. Enrique Urbizu,
siempre con buena intención, infla demasiado la película, tratando
de mantener al espectador en vilo con esta triple vía, pero no lo
consigue. Más bien al contrario, cuanto más complica la historia,
menos creíble y más mediocre resulta la trama. A ratos, a
pesar de algún chispazo puntual, la película es lenta, tirando a
adormecedora. Y de esta forma, una película que en principio,
aparentaba ser notable, se convierta, simplemente, en interesante.
Todo ello a pesar de una muy buena
ambientación en los suburbios de Madrid, jugando a la perfección
con la música y la fotografía, y un reparto bien seleccionado (a destacar la revelación del film, Helena Miquel, cantante del grupo "Delafe y las flores azúles"). Y sobre todo, a pesar del gran hacer
de José Coronado, en la que es, seguramente, su mejor
interpretación. Lleva todo el peso del film, en una actuación
repleta de talento y sin fisuras ante tal infame personaje, que le
sitúa en la carrera por el que podría ser el primer Premio Goya de
su carrera (ha optado dos veces a él como Mejor Actor de Reparto por
“La caja 507”, también dirigida por Urbizu, y “Goya en
Burdeos”). Sería merecido.
Mi valoración: 6,5
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